¿CUÁLES SON LAS
ACTIVIDADES CARACTERÍSTICAS DEL ESPÍRITU SANTO A LO LARGO DE LA HISTORIA DE LA
BIBLIA?
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
En los
estudios anteriores hemos examinado con cierta amplitud la persona y la obra de
Dios el Padre, y, en los últimos, la persona y la obra de Dios el Hijo, Cristo
Jesús. Hemos examinado también la evidencia bíblica de la deidad y la
personalidad distintiva del Espíritu Santo (en relación con la doctrina de la
Trinidad).
Es
apropiado ahora que nos enfoquemos en este capítulo en la obra característica
del Espíritu Santo. Entre las diferentes actividades de los miembros de la
Trinidad, ¿qué actividades se dice que son especialmente obra de Dios el
Espíritu Santo?
Sin
embargo, en este estudio intentaremos obtener una perspectiva general de la
enseñanza de todas las Escrituras sobre la obra del Espíritu Santo con el fin
de entender de manera más completa qué clase de actividades han sido
especialmente delegadas al Espíritu Santo por Dios el Padre y Dios el Hijo.
Podemos
definir la obra del Espíritu Santo de la forma siguiente: La tarea del Espíritu
Santo es la de manifestar la presencia activa de Dios en el mundo, y
especialmente en la iglesia. Esta definición indica que el Espíritu Santo es el
miembro de la Trinidad que las Escrituras representan con más frecuencia como
estar presente para hacer la obra de Dios en el mundo.
Aunque
esto es cierto hasta cierto punto a lo largo de las Escrituras, es
particularmente cierto en lo referente al nuevo pacto. En el Antiguo Testamento,
la presencia de Dios se manifestó muchas veces en la gloria de Dios y en las
teofanías, y en los evangelios Jesús mismo manifestó la presencia de Dios entre
los hombres.
Pero
después de la ascensión de Jesús a los cielos, y continuando a lo largo de toda
la era de la iglesia, el Espíritu Santo es ahora la manifestación primaria de
la presencia de la Trinidad entre nosotros. Él es el que está prominentemente
presente entre nosotros ahora.1
NOTA: En este estudio, cuando uso la palabra
«presente» me refiero a 8presente para bendecid), como estudiamos en la sección
de la omnipotencia de Dios en el capítulo 11. Por supuesto, dado que Él es
Dios, el ser del Espíritu Santo.
Desde
el mismo principio de la creación tenemos una indicación de que la obra del
Espíritu Santo es la de completar y sostener lo que el Padre ha planeado y lo
que Dios el Hijos ha empezado, porque en Génesis 1: 2: «el Espíritu de Dios iba
y venía sobre la superficie de las aguas». Y en Pentecostés, con el comienzo de
la nueva creación en Cristo, es el Espíritu Santo el que viene a la iglesia con
gran poder (Hch 1: 8; 2: 4, 17-18).
Debido
a que el Espíritu Santo es la persona de la Trinidad mediante la cual Dios
manifiesta particularmente su presencia en la era del nuevo pacto, es apropiado
que Pablo llamara al Espíritu Santo «las primicias» (Ro 8:23) y la «garantía»
(o «anticipo», 2ª Co 1: 22; 5: 5) de la plena manifestación de la presencia de
Dios que nosotros conoceremos en el nuevo cielo y nueva tierra (Ap. 21: 3-4).
Incluso
en el Antiguo Testamento, se predijo que la presencia del Espíritu Santo
traería bendiciones abundantes de parte de Dios. Isaías predijo un tiempo
cuando el Espíritu traería un gran avivamiento.
La Fortaleza Será Abandonada, Y Desamparada La Ciudad Populosa Hasta Que
Desde Lo Alto El Espíritu Sea Derramado Sobre Nosotros. Entonces El Desierto Se
Volverá Un Campo Fértil, Y El Campo Fértil Se Convertirá En Bosque. Lajusticia
Morará En El Desierto, Y En El Campo Fértil Habitará La Rectitud. El Producto
De La Justicia Será La Paz; Tranquilidad Y Seguridad Perpetuas Serán Su Fruto.
Mi Pueblo Habitará En Un Lugar De Paz, En Moradas Seguras, En Serenos Lugares
De Reposo. (Is 32: 14-18)
Del
mismo modo, Dios le profetizó a Jacob por medio de Isaías: «Regaré con agua la
tierra sedienta, y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu
descendencia, y mi bendición sobre tus vástagos» (Isaías 44: 3).
Por
otro lado, la salida del Espíritu Santo eliminaba las bendiciones de Dios en el
pueblo: «Pero ellos se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se
convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos» (Is 63: 10). No
obstante, varias profecías del Antiguo Testamento predijeron un tiempo cuando
el Espíritu Santo vendría en una plenitud mayor, un tiempo cuando Dios haría un
nuevo pacto con su pueblo (Ez 36: 26-27; 37: 14; 39: 29; Jl 2:2 8-29).
¿EN QUÉ FORMAS
ESPECÍFICAS NOS TRAE EL ESPÍRITU SANTO LAS BENDICIONES DE DIOS?
Podemos
distinguir cuatro aspectos de la obra del Espíritu Santo que nos traen evidencias
de la presencia y de la obra de Dios:
(1) El Espíritu Santo habilita;
(2) El Espíritu Santo purifica;
(3) El Espíritu Santo revela;
(4) El Espíritu Santo unifica.
Examinaremos a continuación cada una de estas
cuatro actividades. Por último, debemos reconocer que estas actividades del
Espíritu Santo no deben ser dadas por descontadas, y no suceden así
automáticamente entre el pueblo de Dios. Más bien, el Espíritu Santo refleja el
agrado o desagrado de Dios con la fe y la obediencia o la incredulidad y la
desobediencia- del pueblo de Dios. A causa de esto, necesitamos conocer un
quinto aspecto de la actividad del Espíritu Santo:
(5) El
Espíritu Santo nos da una evidencia más fuerte o más débil de la presencia y
bendición de Dios, según nuestra respuesta a él.
Está siempre presente en todas partes (Él es
omnipresente), pero no siempre muestra su presencia en actividades que traen
bendición (vea capitulo 11)
A. EL ESPÍRITU SANTO
HABILITA
1. DA VIDA.
En la
esfera de la naturaleza es la tarea del Espíritu Santo dar vida a todas las
criaturas que se mueven, ya sea sobre la tierra o en el cielo o en el mar,
porque «si envías tu Espíritu, son creados» (Sal 104: 30). A la inversa, «si
pensara en retirarnos su espíritu, en quitarnos su hálito de vida, todo el
género humano perecería, ¡la humanidad entera volvería a ser polvo!» Job 34:
14-15). Aquí vemos el papel del Espíritu Santo en dar y sostener la vida humana
y animal.
Paralelo
a esto está el papel del Espíritu Santo de darnos nueva vida en la
regeneración.' Jesús le dijo a Nicodemo: «Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo
que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho:
"Tienen que nacer de nuevo"» Gn 3: 6-7; vv. 5, 8; 6: 63; 2ª Co 3: 6).
También dijo: «El Espíritu da vida; la carne no vale para nada» Gn 6: 63; d. 2ª
Co 6: 3; Hch 10: 44-47; Tit 3: 5).' Consecuente con esta función del Espíritu
Santo de dar vida está el hecho que fue el Espíritu Santo quien concibió a
Jesús en el vientre de María su madre (Mt 1:18, 20; Lc 1:35).
Y en
el día cuando Cristo regrese, este mismo Espíritu es el que completará su tarea
de dar vida dando vida nueva resucitada a nuestros cuerpos mortales: «y si el
Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el
mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos
mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes» (Ro 8: 11).
2. NOS DA EL PODER PARA SERVIR
A. ANTIGUO TESTAMENTO:
En el
Antiguo Testamento, el Espíritu Santo habilitó con frecuencia a las personas
para un servicio especial. Le dio a Josué dones de liderazgo y sabiduría (Nm
27: 18; Dt 34: 9), y habilitó a los jueces para que liberaran a Israel de sus
opresores (note cómo «el Espíritu del Señor vino sobre» Otoniel en Jueces 3:
10, Gedeón en 6:34, Jefté en 11:29 y Sansón en 13:25; 14:6, 19; 15:14).
El
Espíritu Santo vino sobre Saúl con poder y lo habilitó para la guerra contra
los enemigos de Israel (1ª S 11: 6), y cuando David fue ungido como rey, «el
Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él.»
(1 S 16:13), habilitando a David para que cumpliera con la tarea de reinar para
la cual Dios le había llamado.4En una forma ligeramente diferente de
capacitación, el Espíritu Santo dotó a Bezalel de habilidades artísticas para
la construcción del tabernáculo y su mobiliario (Éx 31: 3; 35: 31), y también
le dio la capacidad de enseñar estas habilidades a otros (Éx 35: 3 4).5
NOTA: Vea el estudio sobre la regeneración en el
capítulo 34, pp. 733-43. Además, como argumentamos en e! capítulo 39, la frase
"e! bautismo de! Espíritu Santo» se usa en el Nuevo Testamento (por
ejemplo, en 1ª Co 12: 13) para hablar de la obra del Espíritu Santo en el
momento en que nos hacemos cristianos (aunque muchos evangélicos hoy,
especialmente en los grupos carismáticos y pentecostales, entenderían «bautismo
de! Espíritu Santo» para referirse a algo que e! Espíritu hace después de la
conversión).
Relacionado con la obra de dar vida del Espíritu
Santo está e! hecho de que Él también sella su obra en nosotros a fin de
guardar a los verdaderos creyentes de apartarse de Dios y perder su salvación
(Ef 1: 13).
Al parecer fue en este sentido de capacitación para
ser rey que David pidió que Dios no le quitara su Espíritu Santo: (No me alejes
de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu) (SaIS1:11). De! mismo modo que
e! Espíritu en su papel de ungir a Saúl como rey se había alejado de él al
mismo tiempo que vino sobre David (cp. 1ª S 16: 13 con 14), de manera que
David, después de su pecado con Betsabé (vea el titulo del Salmo 51), oró
pidiendo que el Espíritu no le fuera quitado como a Saúl.
El
Espíritu Santo también protegía al pueblo de Dios y le capacitaba para vencer a
sus enemigos. Por ejemplo, Dios puso su Espíritu en medio de ellos durante el
tiempo del Éxodo (ls 63: 11-12) y más tarde, después del regreso del
cautiverio, puso su Espíritu en medio de ellos para protegerlos y librarlos del
temor (Hag 2: 5).
Cuando
Saúl intentaba capturar a David por la fuerza, el Espíritu Santo vino sobre los
mensajeros de Saúl (1ª S 19: 20) y al final también sobre el mismo Saúl (v. 23)
haciendo que ellos cayeran involuntariamente al suelo y profetizaran durante
horas, frustrando de esa manera el propósito de Saúl y humillándole en
respuesta a su maliciosa exhibición de fuerza en contra de David y Samuel.
De una
manera similar, mientras Ezequiel estaba profetizando juicio mediante el poder
del Espíritu Santo en contra de algunos líderes de Israel (Ez 11: 5), uno de
los líderes llamado Pelatías cayó muerto (Ez 11: 13). En esta manera el
Espíritu Santo hizo descender castigo sobre él de manera inmediata.
Por
último, el Antiguo Testamento predijo un tiempo cuando el Espíritu Santo
ungiría a un Siervo Mesías con gran plenitud y poder:
El Espíritu Del Señor Reposará Sobre Él: Espíritu De Sabiduría Y De
Entendimiento, Espíritu De Consejo Y De Poder, Espíritu De Conocimiento Y De
Temor Del Señor. Él Se Deleitará En El Temor Del Señor. (Is 11: 2-3).
Isaías
profetizó que Dios diría de su Siervo que venía: «Sobre él he puesto mi
Espíritu» (ls 42: 1), y él mismo diría: «El Espíritu del Señor omnipotente está
sobre mí, por cuanto me ha ungido» (Is 61: 1; Lc 4: 18).
Antes
de dejar estas reflexiones sobre la habilitación del Espíritu Santo en el
Antiguo Testamento, debiéramos notar que a veces se dice que en el Antiguo
Testamento no había una obra del Espíritu Santo dentro del pueblo. Esta idea se
ha inferido sobre todo de las palabras de Jesús a sus discípulos en Juan 14:
17: «Vive con ustedes y estará en ustedes». Pero no debiéramos concluir basados
en este versículos que no había una obra del Espíritu Santo dentro del pueblo
antes de Pentecostés.
Aunque
el Antiguo Testamento no habla con frecuencia de las personas que tenían el
Espíritu Santo en ellas o que estaban llenas del Espíritu Santo, hay unos pocos
ejemplos. Se dice que Josué tenía el Espíritu Santo dentro de él (Nm 27: 18; Dt
34: 9), como también Ezequiel (Ez 2: 2; 3: 24), Daniel (Dn 4: 8-9, 18; 5: 11),
y Miqueas (Mi 3: 8). Esto significa que cuando Jesús le dice a sus discípulos
que «ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes» Gn 14:
17), no quiere decir que había una diferencia absoluta entre la obra del Espíritu
Santo en el antiguo pacto y el nuevo pacto.
Tampoco
puede significar Juan 7: 39 (Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado,
porque Jesús no había sido glorificado todavía») que no había actividad del
Espíritu Santo en la vida de las personas antes de Pentecostés. Estos dos
pasajes deben ser formas diferentes de decir que la obra más poderosa y
completa del Espíritu Santo que es la característica de la vida después de
Pentecostés todavía no había comenzado en la vida de los discípulos.
NOTA: El Espíritu Santo también habilitó a los
profetas del Antiguo Testamento dándoles las revelaciones que tenían que
comunicar, pero he incluido esa función en la sección e más abajo «(El Espíritu
Santo revela»).
Antes de Pentecostés en el Nuevo Testamento también
encontramos que se dice que Juan el Bautista (Lc 1: 15), Elisabet (Lc 1: 41) y
Zacarías (Lc 1: 67) estarían llenos con el Espíritus Santo.
El
Espíritu Santo todavía no había venido para morar dentro de ellos en la manera
en que Dios había prometido que enviaría a su Espíritu para que estuviera con
los creyentes cuando llegara la era del nuevo pacto (vea Ez 36: 26,27; 37: 14),
ni el Espíritu Santo se había derramado en la gran abundancia y plenitud que
caracterizaría la nueva era del pacto Gen I2:28-29). En este sentido poderoso
del nuevo pacto, ¿el Espíritu Santo no estaba todavía obrando dentro de los
discípulos?
B. EL NUEVO TESTAMENTO:
La
obra habilitadora del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento la vemos por
primera vez y de una forma más plena en el ungimiento y habilitación de Jesús
como el Mesías. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en su bautismo (Mt
3:16; Mr 1:11; Lc 3:22). Juan el Bautista dijo: «Vi al Espíritu descender del
cielo como una paloma y permanecer sobre él» Gn 1:32).
Por
tanto, Jesús fue al desierto para enfrentar las tentaciones «lleno del
Espíritu» (Lc 4:1), y después de las tentaciones, al comienzo de su ministerio:
«Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu» (Lc 4: 14). Cuando se
levantó para predicar en la sinagoga de Nazaret, declaró que se había cumplido
en él la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha
enviado para proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para
poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del favor del Señor»
(Lc 4: 18-19). El poder del Espíritu Santo se pudo ver en la vida de Jesús en
los milagros que empezó a hacer, como el expulsar demonios con solo una palabra
y la curación de todos los que acudían a él (Lc 4:36, 40-41).
El
Espíritu Santo estaba complacido de morar en Jesús y de habilitarle, porque se
deleitaba en la absoluta pureza moral de la vida de Jesús. En el contexto de
hablar acerca de su propio ministerio, y de las bendiciones del Padre en ese
ministerio, Jesús dice: «Dios mismo le da su Espíritu sin restricción. El Padre
ama al Hijo, y ha puesto todo en sus manos» Gn 3:34-35). Jesús tenía la unción
del Espíritu Santo sin medida, y esta unción permaneció sobre él Gn 1:32; cf. Hch
10:38).
El
Espíritu Santo también habilitó a los discípulos de Jesús para varias clases de
ministerio, Jesús les había prometido: «Cuando venga el Espíritu Santo sobre
ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda
Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8)." Hay
varios ejemplos específicos de la habilitación de los primeros cristianos por
parte del Espíritu Santo para hacer milagros al tiempo que proclamaban el
evangelio (note Esteban en Hch 6:5, 8; Y Pablo en Ro 15:19; 1ª Co 2:4).
Pero
el Espíritu Santo también dio gran poder para la predicación a la naciente
iglesia de tal manera que los discípulos llenos con el poder del Espíritu
proclamaban la Palabra con valor y gran poder (Hch 4: 8, 31; 6: 10; 1ª Ts 1: 5;
1ª P 1: 12). En general, podemos decir que el Espíritu Santo habla por medio
del mensaje del evangelio al proclamarse eficazmente al corazón de las
personas.
El
Nuevo Testamento termina con una invitación de parte del Espíritu y de la
iglesia, quienes juntos invitan a las personas a la salvación: «El Espíritu y
la novia dicen: "¡Ven!"; y el que escuche diga: "¡Ven!"»
(Ap 22: 17). De hecho, no solo en la predicación del mensaje del evangelio,
sino también en la lectura y enseñanza de las Escrituras, el Espíritu Santo
continúa hablando al corazón de las personas cada día (vea He 3:7 y 10:15,
donde el autor cita un pasaje del Antiguo Testamento y dice que el Espíritu
Santo está ahora hablando ese mensaje a sus lectores).
Otro
aspecto de la habilitación de los cristianos para el servicio es la actividad
del Espíritu Santo al dar dones espirituales para equipar a los cristianos para
el ministerio.
Después
de mencionar una variedad de dones espirituales, el apóstol Pablo dice: «Todo
esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo
determina» (1ª Co 12: 11). Puesto que el Espíritu Santo es el que muestra o
manifiesta la presencia de Dios en el mundo, Pablo puede llamar a los dones
espirituales «manifestación especial» del Espíritu Santo (1ª Co 12: 7).' Cuando
los dones espirituales están activos, esa es otra indicación de la presencia de
Dios el Espíritu Santo en la iglesia.
En la
vida de oración de cada creyente encontramos que el Espíritu Santo nos habilita
para la oración y la hace eficaz. «No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras» (Ro
8: 26). Y Pablo dice que «por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo
Espíritu» (Ef. 2: 18). Una clase específica de oración que el Nuevo Testamento
dice que el Espíritu posibilita que se haga es orar en lenguas (1 Ca 12:10-11;
14:2, 14-17).
Otro
aspecto de la obra del Espíritu Santo en habilitar a los cristianos para el
servicio es el de capacitarlos para vencer la oposición espiritual a la
predicación del evangelio y a la obra de Dios en la vida de las personas. Este
poder en la guerra espiritual lo vemos primero en acción en la vida de Jesús,
quien dijo: «En cambio, si expulso a los demonios por medio del Espíritu de
Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28).
Cuando
Pablo llegó a Chipre se encontró con la oposición de Elimas el hechicero, pero
Pablo, «lleno del Espíritu Santo, clavó los ojos en Elimas y le dijo:
"¡Hijo del diablo y enemigo de toda justicia, lleno de todo tipo de engaño
y de fraude! ¿Nunca dejarás de torcer los caminos rectos del Señor? Ahora la
mano del Señor está contra ti; vas a quedarte ciego y por algún tiempo no
podrás ver la luz del sol."
Al
instante cayeron sobre él sombra y oscuridad, y comenzó a buscar a tientas
quien lo llevara de la mano» (Hch 13: 9-11). El don de «discernir espíritus»
(1ª Co 12: 10), que el Espíritu Santo concede, es también una herramienta en la
guerra en contra de las fuerzas de las tinieblas, como lo es la Palabra de
Dios, que funciona como «la espada del Espíritu» (Ef 6: 17) en el conflicto
espiritual.
NOTA: Vea el capítulo 39, para un estudio completo
de las diferencias entre la obra del Espíritu Santo en el antiguo pacto y en el
nuevo pacto.
La palabra que se traduce aquí como (poden)
(dynamis) aparece otras nueve veces en Hechos. En un caso (4: 3), no está claro
sí este (poden) se refiere a la predicación con poder que convence a los
oyentes o a las señales milagrosas que acompañaban a la predicación. Pero en
los otros ocho ejemplos (2:22; 3:12; 4:7; 6:8; 8:10 [en este versículo se
refiere al poder de hechicero pagano obrador de milagros], 13; 10:38; 19:11) se
refieren al poder para obrar milagros.
El significado del término dynamis se confirma aun
más por su uso frecuente en el Evangelio de Lucas para hablar del poder de
hacer milagros. Por tanto, cuando Jesús prometió a los discípulos en Hechos 1:8
que ellos recibirían (poden) cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos,
parece probable que ellos le entenderían al menos el poder del Espíritu Santo
para obrar milagros que probarían la veracidad del evangelio.
Debido a que el contexto inmediato de la frase
habla acerca de ser testigos de Jesús, puede que ellos también entendieran que
quería decir que recibirian el poder del Espíritu Santo para obrar por medio de
su predicación y llevar a las personas a la convicción de sus pecados y a
despertar la fe en los corazones de las personas. Este poder de la predicación
fue evidente en los sucesos subsecuentes, como cuando los oyentes de Pedro
«se sintieron profundamente conmovidos» (Hch. 2: 37), o cuando «muchos de los
que oyeron el mensaje creyeron, y el número de éstos llegaba a unos cinco mil»
(Hch. 4: 4).
La palabra griega que traducimos como
«manifestación» es phanerosis, que significa algo que se revela, algo que se
hace públicamente evidente o claro. El adjetivo relacionado phaneros significa
«visible, claro, que se puede ver, abierto, evidente, conocido» (BAGD, p. 852).
El Espíritu Santo también nos habilita para
obedecer a Dios durante la vida cristiana (vea el estudio abajo sobre la obra
de purificación del Espíritu Santo).
B. EL ESPÍRITU SANTO PURIFICA
Puesto
que este miembro de la Trinidad es conocido como el Espíritu Santo, no nos
sorprende encontrar que una de sus actividades principales es limpiamos del
pecado y «santificamos» o hacernos más santos en nuestra conducta. Aun en la
vida de los incrédulos hay cierta influencia restrictiva del Espíritu Santo al
convencer él al mundo de pecado Gn, 16: 8-11; Hch 7: 51). Pero cuando las
personas se hacen cristianas, el Espíritu Santo hace una obra de limpieza
inicial en ellos, propiciando un rompimiento decisivo con las pautas de pecado
que tenían antes.
Pablo
dice de los corintios: «Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya
han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de
nuestro Dios» (1ª Co 6:11; vea también Tit 3: 5). Esta obra de limpieza y
purificación del Espíritu Santo es lo que al parecer está simbolizada por la
metáfora del fuego cuando Juan el Bautista dice que Jesús bautizará a los
creyentes «con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Lc 3: 16).
Después
de ese rompimiento inicial con el pecado que el Espíritu produce en nuestra
vida en la conversión, también produce en nosotros un crecimiento en la
santidad de la vida. Hace que brote dentro de nosotros el «fruto del Espíritu»
(amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y
dominio propio», Gá 5: 22-23), cualidades que reflejan el carácter de Dios.
A
medida que continuamente «somos transformados a su semejanza con más y más
gloria» debiéramos recordar que esto sucede «por la acción del Señor, que es el
Espíritu» (2ª Co 3:18). La santificación viene por el poder del Espíritu Santo
(2ª Ts 2:1 3; 1ª P 1: 2; Ro 8: 4, 15-16), porque si «por medio del Espíritu»
podemos dar «muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán» y creceremos en
santidad personal (Ro 8: 13; vea 7:6; Fil 1: 19).
Algunas
personas hablan hoy de la obra de purificación (o curación) del Espíritu Santo
que tiene lugar cuando son «derribados en el Espíritu», experiencia mediante la
cual caen de repente al suelo en un estado medio inconsciente y permanecen así
durante unos minutos u horas. Aunque la frase «derribados en el Espíritu» no se
encuentra en las Escrituras, sí hay ocasiones en que las personas caen al
suelo, o caen en un trance, en la presencia de Dios. Las experiencias
contemporáneas debieran ser evaluadas conforme a los resultados perdurables
(frutos) que producen en la vida de las personas (vea Mt 7:15-20; 1ª Cao14:12,
26).
C. EL ESPÍRITU SANTO REVELA
1. REVELACIÓN A LOS PROFETAS Y APÓSTOLES.
En el
capítulo 4 estudiamos en gran detalle la obra del Espíritu Santo en la
revelación de las palabras de Dios a los profetas del Antiguo Testamento ya los
apóstoles del Nuevo Testamento, de tal manera que en muchos casos esas palabras
pudieron ser expresadas mediante las Escrituras (vea, por ejemplo, Nm 24: 2; Ez
11: 5; Zac 7: 12,). Todas las Escrituras del
Antiguo
Testamento llegaron a formarse porque «los profetas hablaron de parte de Dios,
impulsados por el Espíritu Santo» (2ª P 1: 21). Varios otros pasajes mencionan
esta obra del Espíritu Santo en los profetas del Antiguo Testamento (vea Mt 22:
43; Hch 1: 16; 4: 25; 28: 25; 1ª P 1: 11). Los apóstoles del Nuevo Testamento y
otros que escribieron las palabras de las Escrituras del Nuevo Testamento
fueron también guiados «a toda la verdad» por el Espíritu Santo (Jn 16: 13),
quien también les habló a los apóstoles lo que él escuchó de parte del Padre y
del Hijo, y les anunció las «cosas por venir» (Jn 16:13; Ef 3:5).
Otros
también, como Elizabeth (Lc 1: 41), Zacarías (Lc 1: 67) y Simeón (Lc 2: 25),
inspirados por el Espíritu Santo dijeron o cantaron palabras que llegaron a ser
parte de las Escrituras
2. DA EVIDENCIA DE LA PRESENCIA DE DIOS.
Algunas
veces se ha dicho que la obra del Espíritu Santo no tiene el propósito de
llamar la atención hacia sí mismo sino dar gloria a Jesús y a Dios el Padre.
Pero esto parece ser una falsa dicotomía que no está apoyada por las
Escrituras. Por supuesto, el Espíritu Santo glorifica a Jesús an 16:14) y da
testimonio de él (Jn 15: 26; Hch 5: 32; 1Ca 12: 3; 1ª Jn 4: 2). ¡Pero eso no
quiere decir que no dé a conocer sus propias acciones y palabras! La Biblia
tiene cientos de versículos que hablan acerca de la obra del Espíritu Santo,
que dan a conocer su trabajo, y la Biblia misma es el producto de la obra e
inspiración del Espíritu Santo.
Además,
el Espíritu santo con frecuencia se da a conocer mediante fenómenos que indican
su actividad, tanto en los períodos del Antiguo como del Nuevo Testamentos.
Esto
quedó evidenciado cuando el Espíritu Santo cayó sobre los setenta ancianos que
estaban con Moisés y estos se pusieron a profetizar (Nm 11: 25-26), y cuando el
Espíritu Santo venía sobre los jueces y los capacitaba para hacer grandes y
poderosas obras Jue 14: 6, 19; 15: 14,). En estos casos las personas pudieron
ver los efectos de la venida del Espíritu sobre aquellos siervos del Señor.
Esto 10 vemos cuando el Espíritu cayó con poder sobre Saúl y este se puso a
profetizar con un grupo de profetas (1ª S 10: 6, 10), y sucedió también con
frecuencia cuando capacitaba a los profetas del Antiguo Testamento para
profetizar públicamente.
El
Espíritu Santo también hizo que su presencia fuera evidente y visible cuando
descendió como una paloma sobre Jesús (Jn 1:32), o vino como el sonido de un
viento recio y con lenguas de fuego visibles sobre los discípulos en
Pentecostés (Hch 2:2-3). Además, cuando las personas recibían el Espíritu Santo
y empezaban a hablar en lenguas o alababan a Dios de una forma notable y
espontánea (vea Hch 2:4; 10:44-46; 19:6), el Espíritu Santo hizo que su
presencia fuera también conocida.
Y
Jesús prometió que el Espíritu Santo dentro de nosotros sería tan poderoso que
sería como un río de agua viva que brotaría de lo más profundo de nuestro ser
(vea Jn 7: 39), símil que sugiere que las personas serían conscientes de una
presencia que de alguna forma sería perceptible.
En la
vida de creyentes individuales, el Espíritu Santo no oculta por completo su
obra, sino que hace que su presencia se note de varias formas. Él da testimonio
a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Ro 8: 16), y clama «¡Abba!
¡Padre!» (Gá 4: 6). Él nos provee de una garantía o anticipo de nuestra futura
comunión con él en el cielo (2ª Co 1: 22; 5: 5), y nos revela sus deseos de
forma que podamos ser dirigidos por esos deseos y seguirlos (Ro 8: 4-16; Gá 5:1
6-25).
Él da
dones que manifiestan su presencia (1ª Co 12: 7-11). Y de vez en cuando realiza
señales milagrosas y maravillas que son un fuerte testimonio de la presencia de
Dios en la predicación del evangelio (He 2: 4;1ª Ca 2: 4; Ro 15: 19).
Parece,
por tanto, más exacto decir que aunque el Espíritu Santo glorifica a Jesús,
también con frecuencia llama la atención sobre su obra y da evidencias
reconocibles que hacen que su presencia sea conocida. En verdad, parece que uno
de sus propósitos principales en la era del nuevo pacto es manifestar la
presencia de Dios, es dar indicaciones que hacen que la presencia de Dios sea
reconocida.
Y
cuando el Espíritu Santo obra en varias formas que pueden ser percibidas por
los creyentes y por incrédulos, esto estimula la fe de las personas de que Dios
está cerca y que está trabajando para llevar a cabo sus propósitos en la
iglesia y para derramar bendiciones sobre su pueblo.
3. GUÍA Y DIRIGE AL PUEBLO DE DIOS.
Las
Escrituras nos dan muchos ejemplos de la dirección directa que el Espíritu
Santo dio a muchas personas. De hecho, en el Antiguo Testamento, Dios dice que
era un pecado que su pueblo entrara en alianzas con otros cuando se trataba de
«alianzas contrarias a mi Espíritu» (Is 30: 1).
Al
parecer el pueblo había tomado decisiones basados en su propia sabiduría y
sentido común en vez de buscar la dirección del Espíritu de Dios antes de
entrar en tales alianzas. En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo encaminó a
Jesús al desierto para ser tentado (Mt 4:1; Lc 4:1). Tan fuerte fue aquella
dirección del Espíritu Santo que Marcos dice que «en seguida el Espíritu lo
impulsó a ir al desierto» (Mr 1: 12).
En
otros contextos el Espíritu Santo dio palabras directas de instrucciones para
guiar al siervo de Dios, como cuando le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a
ese carro» (Hch 8: 29), o cuando le dijo a Pedro que fuera con tres hombres que
habían ido a buscarlo de parte de la familia de Camelia (Hch 10: 19-20; 11:
12), o dirigiendo a los cristianos de Antioquía: «Mientras ayunaban y
participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: "Apártenme
ahora a Bernabé ya Saulo para el trabajo al que los he llamado"» (Hch
13:2).
También
en la categoría de «dirección», pero de una forma mucho más directa y
convincente, contamos con varías ejemplos donde el Espíritu Santo transportó
realmente a la persona de un lugar a otro. Esto sucedió con Felipe: «Cuando
subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe, apareció
en Azoto» (Hch 8: 39-40). ¡La dirección del Espíritu en este caso no podía ser
más clara!
Pero
cosas similares solían ocurrirles a algunos profetas del Antiguo Testamento,
porque los que conocieron a Elías parece que esperaban que el Espíritu de Dios
lo arrebatara y transportara a otra parte (1 R 18:12; 2 R 2:16: «Quizá el
Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle»).
Ezequiel dice que el Espíritu lo «elevó» y lo llevó a varios lugares (Ez 11: 1;
37:1; 43: 5, RVR 1960), experiencia tuvo Juan como parte de las visiones
registradas en Apocalipsis (Ap 17:3; 21:10).
Pero
en la gran mayoría de los casos la dirección del Espíritu Santo no es tan
dramática como estas. Las Escrituras más bien hablan del Espíritu Santo que da
una dirección diaria, de ser «guiados por el Espíritu de Dios» (Ro 8: 14; Gá 5:
16). Es posible entender estos versículos en el sentido de que Pablo se está
refiriendo solo a la obediencia a los mandamientos morales de las Escrituras,
pero esta interpretación parece bastante improbable, especialmente en base a
que todo el contexto está tratando con emociones y deseos que nosotros
percibimos en una forma más subjetiva, y porque Pablo aquí está contrastando
ser guiado por el Espíritu con seguir los deseos de la carne o de la naturaleza
pecaminosa:
Así Que Les Digo: Vivan Por El Espíritu, Y No Seguirán Los Deseos De La
Naturaleza Pecaminosa.
Porque Éste Deseo Lo Que Es Contrario Al Espíritu, Y El Espíritu Desea
Lo Que Es Contrario A Ella. Las Obras De La Naturaleza Pecaminosa Se Conocen
Bien: Inmoralidad Sexual, Impureza Y Libertinaje; Idolatría Y Brujería; Odio,
Discordia, Celos, Arrebatos De Ira, Rivalidades, Disensiones, Sectarismos Y
Envidia; Borracheras, Orgías, Y Otras Cosas Parecidas.... En Cambio, El Fruto
Del Espíritu Es Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Amabilidad, Bondad, Fidelidad,
Humildad Y Dominio Propio. Si El Espíritu Nos Da Vida, Andemos Guiados Por El
Espíritu. No Dejemos Que La Vanidad Nos Lleve A Irritamos Y A Envidiamos Unos A
Otros. (Gá 5: 16-26).
El
contraste entre «los deseos de la carne» y los «deseos del Espíritu» implica
que nuestra vida debiera responder momento a momento a los deseos del Espíritu
Santo, no a los deseos de la carne. Ahora bien, puede ser que una buena parte de
responder a esos deseos sea el proceso intelectual de comprender lo que son el
amor, el gozo y la paz (y así sucesivamente), y actuar en una forma amorosa,
gozosa o pacífica. Pero esto difícilmente puede constituir el todo de esa
dirección del Espíritu porque estas emociones no son solo cosas en las que
pensamos, sino también cosas que sentimos en un nivel profundo.
En
realidad, la palabra que traducimos «deseos» (gr. epitymia) se refiere a
fuertes deseos humanos, no solo a decisiones intelectuales. Pablo está diciendo
que tenemos que seguir esos deseos a medida que el Espíritu los va produciendo
en nosotros. Además, la idea de ser «guiados» por el Espíritu Santo (Gá 5: 18)
implica una participación activa personal por parte del Espíritu Santo para guiarnos.
NOTA: Es posible que Ezequiel y Juan estén hablando
de ser transportados en una visión (como en Ez. 8: 3 y 11: 24), más bien que un
viaje fisico literal. Pablo permite ambas posibilidades en 2ª Co. 12: 2-3.
Eso es
algo más que nuestra reflexión en normas bíblicas comunes, e incluye una
participación del Espíritu Santo en relacionarse con nosotros como personas y
guiarnos y dirigirnos.
Hay
ejemplos específicos del Espíritu guiando directamente a personas en el libro
de Hechos. Después de la decisión del Concilio de Jerusalén, los líderes
escribieron una carta a las iglesias: «Nos pareció bien al Espíritu Santo y a
nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes
requisitos»
(Hch
15:28). Este versículo sugiere que el concilio debió haber tenido un sentido de
lo que le agradaba al Espíritu en esas cuestiones: Ellos supieron lo que le
pareció bien al Espíritu Santo. En el segundo viaje misionero de Pablo, Lucas
escribe «que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en
la provincia de Asia» y que luego «cuando llegaron cerca de Misia, intentaron
pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió» (Hch 16: 6-7).
Por
supuesto, ningún principio escrito de las Escrituras del Antiguo Testamento les
hubiera llevado a ellos a concluir que ellos no podían predicar en Asia o
Bitinia. El Espíritu Santo debió más bien haberles comunicado directamente lo
que deseaba de una forma específica, ya fuera mediante palabras audibles o en
la mente, o por medio de impresiones subjetivas fuertes de una falta de
presencia del Espíritu Santo o de sus bendiciones al intentar ellos viajar a
aquellas diferentes regiones.
Más
tarde, cuando Pablo se encontraba de camino hacia Jerusalén, dijo: «y ahora
tengan en cuenta que vaya Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que
allí me espera. Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo
me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos» (Hch 20: 22-23). Pablo no
cree que pueda tener otra opción, porque fue tan clara para él la manifestación
de la presencia del Espíritu y lo que este quería de él que el apóstol podía
decir que fue «obligado» por el Espíritu.
En
otros casos el Espíritu Santo los dirigió a colocar personas en varios
ministerios de la iglesia. Por ejemplo, el Espíritu dijo a la iglesia en
Antioquía: «Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu
Santo dijo: "Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que
los he llamado» (Hch 13 :2).
Y
Pablo pudo decir que el Espíritu Santo había llamado a los ancianos de la
iglesia de Éfeso a sus posiciones de liderazgo porque dijo: «Tengan cuidado de
sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto
como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia
sangre» (Hch 20: 28).
Por
último, el Espíritu Santo dirige a veces por medio de dones espirituales como
el de profecía (1ª Co 14: 29-33).
NOTA: La palabra que la NVI traduce como (obligadm)
y la RVR 1960 como «ligado» es un participio pasivo perfecto de y significa un suceso contemplado antes
(quizá una fuerte convicción de parte de! Espíritu que decidió a Pablo a
emprender este viaje a Jerusalén sin demora), pero un suceso que tiene también
resultados continuos en el presente, de modo que Pablo permanece «obligado»
cuando hablaba (el suceso todavía le influenciaba a Pablo con tanta fuerza que
no tenía otra opción sino continuar adelante hacia Jerusalén).
Sin embargo, es siempre peligroso seguir solo
profecías espontáneas para nuestra dirección en esta era de la iglesia, puesto
que no debemos pensar que cualquier profecía es infalible o 100 por ciento
exacta hoy. Los errores pueden aparecer especialmente en e! área de la
dirección personal.
Pero todo eso no nos permite decir que no puede haber
dirección que venga por profecía. Vea el estudio sobre la dirección subjetiva
en general y el don de profecía en particular en este estudio.
4. PROVEE DE UNA ATMÓSFERA PIADOSA CUANDO MANIFIESTA SU PRESENCIA.
Debido
a que el Espíritu Santo es completamente Dios, y participa de todos los
atributos de Dios, su influencia traerá una atmósfera propia del carácter de
Dios a la circunstancia en la que él está activo. Como él es el Espíritu Santo
producirá en ocasiones convicción de pecado, de justicia y de juicio Un 16:
8-11).
Como
Dios es amor, el Espíritu derrama el amor de Dios en nuestros corazones (Ro 5:
5; 15: 30; Col 1:8) y con frecuencia la presencia claramente manifiesta del
Espíritu Santo va a crear una atmósfera de amor. A causa de que Dios no es «un
Dios de desorden sino de paz» (1ª Co 14: 33), el Espíritu Santo trae una
atmósfera de paz en medio de las circunstancias:
«Porque
el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y
alegría en el Espíritu Santo» (Ro 14: 17; d. Gá 5: 22). Este último versículo
también nos enseña que el Espíritu Santo imparte una atmósfera de gozo (vea
también Hch 13: 52; 1ª Ts 1: 6). Aunque esta lista no es exhaustiva, Pablo
resume muchas de estas cualidades propias de Dios que el Espíritu produce
cuando enumera los varios elementos del fruto del Espíritu en Gálatas 5: 22-23.
Otros
elementos de esta atmósfera que el Espíritu Santo puede impartir son la verdad
Un 14:17; 15: 26; 16:1 3; 1ª Jn 5: 7), sabiduría (Dt 34: 9; Is 11: 2), consuelo
(Hch 9:31), libertad (2 Ca 3:17),justicia (Ro 14:17), esperanza (Ro 15: 13; d.
Gá 5: 5), conciencia de ser hijos de Dios, de adopción (Ro 8: 15-16; Gá 4:
5-6), e incluso gloria (2ª Co 3:8).
El
Espíritu Santo también trae unidad (Ef 4: 3), y poder (Hch 10: 38; 1ª Co 2:4;
2ª Ti 1:7; d. Hch 1: 8). Todos estos elementos de la actividad del Espíritu
Santo indican los varios aspectos de una atmósfera en la que hace que su
presencia y de ese modo su carácter-la perciban las personas.
5. NOS DA SEGURIDAD.
El
Espíritu Santo «le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» (Ro
8:16), y nos da evidencias de la obra de Dios dentro de nosotros: «¿Cómo
sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio» ¿(1ª Jn 3:
24). «¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros?
Porque
nos ha dado de su Espíritu» (1ª Jn 4: 13). El Espíritu Santo no solo nos da
testimonio de que somos hijos de Dios, sino que también da testimonio de que
Dios permanece en nosotros y nosotros en él Una vez más, en esto participa algo
más que nuestro intelecto: el Espíritu obra para damos seguridad en el nivel
subjetivo de la percepción espiritual y emocional
6. NOS ENSEÑA E ILUMINA.
Otro
aspecto de la obra reveladora del Espíritu Santo es enseñar ciertas cosas al
pueblo de Dios e iluminarlo para que pueda entender ciertas cosas. Jesús
prometió especialmente a los discípulos esta función de enseñanza cuando les
dijo que el Espíritu Santo «les enseñará todas las cosas y les hará recordar
todo lo que les he dicho» Jn 14: 26), y dijo: «ellos guiará a toda la verdad»
Jn 16: 13).
Además,
prometió que cuando ellos fueran llevados a juicio después de la persecución,
el Espíritu les enseñaría qué decir en esos momentos (Lc 12:12; cE Mt 10:20; Mr
13: 11). En otros momentos el Espíritu Santo reveló información específica a
las personas, como por ejemplo, le reveló a Simeón que no moriría hasta que
viera al Mesías (Lc 2:26), o le reveló a Ágabo que sucedería una hambruna (Hch
11: 28) o que Pablo sería encarcelado en Jerusalén (Hch 21:11). En otros casos
el Espíritu Santo reveló que Pablo sufriría en Jerusalén (Hch 20:23; 21:4) y le
dijo expresamente a Pablo qué cosas sucederían en los últimos tiempos (1ª Ti 4:
1), Y le reveló las cosas que Dios ha preparado para aquellos que le aman (1ª
Co 2: 9).
La
obra de iluminación del Espíritu Santo la vemos en el hecho de que nos capacita
para entender: «Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el
Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos
ha concedido» (1ª Co 2: 12). Por tanto, «El que no tiene el Espíritu no acepta
lo que procede del Espíritu de Dios. '" En cambio, el que es espiritual lo
juzga todo» (1ª Co 2: 14-15).
Debiéramos
orar pidiendo que el Espíritu Santo nos dé su iluminación y de esa manera nos
ayudara a entender correctamente cuando estudiamos las Escrituras o cuando
consideramos las situaciones de nuestra vida. Aunque él no mencionó al Espíritu
Santo específicamente, el salmista oró pidiendo esa iluminación cuando le pidió
a Dios: «Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley» (Sal
119: 18).
Del
mismo modo, Pablo oró pidiendo por los cristianos en Éfeso y sus alrededores:
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el
Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
Pido también
que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él
los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y
cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese
poder es la fuerza grandiosa y eficaz. (Ef. 1: 17-19)
D. EL ESPÍRITU SANTO UNIFICA
Cuando
el Espíritu Santo fue derramado sobre la iglesia en Pentecostés, Pedro proclamó
que se estaba cumpliendo la profecía de Joel 2: 28-32:
En Realidad Lo Que Pasa Es Lo Que Anunció El Profeta Joel: Sucederá Que
En Los Últimos Días, Dice Dios, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género
Humano. Profetizarán Sus Hijos Y Sus Hijas, Los Jóvenes Tendrán Visiones Y Los
Ancianos Tendrán Sueños.
En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Sobre Mis Siervos Y Mis Siervas, Y
Profetizarán (Hechos 2: 16-18).
Se
hace hincapié en la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad de los
creyentes, no solo sobre líderes como Moisés y Josué, sino sobre los hijos y
las hijas, los ancianos y los jóvenes, los siervos y las siervas, todos
recibirían el derramamiento del Espíritu Santo en este tiempo.
NOTA: Esto fue también un cumplimiento del deseo de
Moisés de que el Señor derramara su Espíritu sobre todo su pueblo (Nm. 11:29),
y de la visión del valle de los huesos secos reavivados por el Espíritu en Ez.
37. Vea también Donald Guthrie, New Testament Theology, pp. 512-13, 540, 562.
En el
acontecimiento de Pentecostés, el Espíritu Santo creó una nueva comunidad que
era la iglesia. La comunidad estaba marcada por una unidad sin precedentes,
como Lucas nos lo recuerda:
Todos
los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y
posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No
dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan
y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando
de la estimación general del pueblo. y cada día el Señor añadía al grupo los
que iban siendo salvos. (Hch 2: 44-47)
Pablo
bendice a la iglesia de Corinto con una bendición que busca la comunión
unificadora del Espíritu para todos ellos cuando dice: «Que la gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo"! sean con
todos ustedes» (2ª Co 13: 14). Es significativo que en este versículo
trinitario él no atribuye especialmente la profundización del compañerismo
entre los creyentes al Padre o al Hijo, sino al Espíritu Santo, una declaración
coherente con la obra general unificadora del Espíritu en la iglesia.
Esta
función unificadora es también evidente cuando Pablo les dice a los filipenses:
«Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en
su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme
de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y
pensamiento » (Fil 2: 1_2).
De una
manera similar, cuando él enfatiza la nueva unidad entre judíos y gentiles en
la iglesia, dice que «por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo
Espíritu» (Ef 2: 18), y dice que en el Señor somos «edificados juntamente para
ser morada de Dios por su Espíritu» (Ef. 2:22).
Cuando
quiere recordarles la unidad que debieran tener como cristianos les exhorta a
«mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef 4: 3).
Las
reflexiones de Pablo sobre los dones espirituales repiten también este tema de
la obra unificadora del Espíritu Santo. Allí donde nosotros podríamos pensar en
personas que tienen diferentes dones que quizá no se entiende bien unas con
otras, la conclusión de Pablo es la opuesta: «El ojo no puede decirle a la
mano: "No te necesito.
Ni
puede la cabeza decirle a los pies: "No los necesito"» (1ª Co 12: 21).
Pablo nos dice que estos dones diferentes los da «un mismo y único Espíritu,
quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11), de modo que en
la iglesia «a cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el
bien de los demás» (1ª Co 12: 7).
De
hecho, «todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo
cuerpo -ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres-, y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu» (1ª Co12: 13).
La
idea de que el Espíritu Santo unifica la iglesia es también evidente en el
hecho de que las «rivalidades, disensiones, sectarismos» (Gá 5: 20) son deseos
de la carne opuestos a ser guiados por «el Espíritu» (Gá 5: 18; d. v. 25). El
Espíritu Santo es el que produce amor en los corazones (Ro 5:5; Gá 5:22; Col
1:8), y ese amor «es el vínculo perfecto» (Col 3: 14). Por tanto, cuando el
Espíritu Santo está trabajando fuertemente en una iglesia para manifestar la
presencia de Dios, una evidencia será la bella armonía de la comunidad de la iglesia
y el amor desbordante entre ellos.
NOTA: La palabra koinonia, «compañerismo», también
podría significar «participación en el Espíritu», pero eso tendría poco sentido
para Pablo desear que ellos tuvieran algo que ya poseían como creyentes
(participar en el Espíritu Santo). Es mejor traducir este versículo como
«compañerismo del Espíritu Santo», enfatizando de ese modo una bendición del
parte del Espíritu Santo que Pablo deseaba que aumentara en la iglesia
corintia.
La palabra griega koinonia está aquí mejor
traducida como «compañerismo» porque el propósito de Pablo en Fil. 2:1-11 es
estimular la unidad en la iglesia filipense. (Vea también la nota anterior a
esta).
E. EL ESPÍRITU SANTO DA UNA EVIDENCIA MÁS FUERTE O MÁS DÉBIL DE LA
PRESENCIA Y BENDICIÓN DE DIOS SEGÚN LE RESPONDAMOS.
Muchos
ejemplos del Antiguo y Nuevo Testamentos indican que el Espíritu Santo otorgará
o retendrá bendiciones según vea si la situación que contempla le agrada o no.
Es digno de notar que Jesús estaba completamente limpio de pecado y el Espíritu
Santo permaneció sobre él» (Jn 1: 32) y le fue dado sin restricción (Jun. 3:
34). En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo vino con poder sobre Sansón
varias veces (Jue 13: 25; 14: 6, 19; 15: 14), pero al final lo dejó cuando este
persistió en el pecado (Jue 16: 20).
De
igual manera, cuando Saúl persistió en la desobediencia el Espíritu Santo se
apartó de él (1ª S 16: 14). Y cuando el pueblo de Israel se rebeló contra Dios
y entristeció al Espíritu Santo, éste se volvió contra ellos (Is 63: 10).
También
en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo puede entristecerse y dejar de
derramar bendiciones. Esteban reprendió a los líderes judíos, diciendo:
«Siempre resisten al Espíritu Santo!» (Hch 7:51). Pablo advierte a la iglesia
efesia: «No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados
para el día de la redención» (Ef 4: 30), y exhorta a la iglesia tesalonicense:
«No apaguen el Espíritu» (1ª Ts 5: 19; cf.la metáfora de demorarse en abrir la
puerta y de esa manera desilusionar a su amante en el Cantar de los Cantares 5:
3,6).
En ese
mismo sentido, Pablo advierte seriamente a los cristianos que no contaminen sus
cuerpos juntándose con las prostitutas porque el Espíritu Santo mora dentro de
sus cuerpos: «¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien
está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus
propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo
a Dios» (1ª Co 6: 19-20).
Aun
más serio que entristecer o apagar al Espíritu Santo es esa forma de
desobediencia profunda y endurecida que lleva a un juicio severo. Cuando Pedro
reprendió a Ananías: «¿Cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para
que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que
recibiste por el terreno?» (Hch 5: 3), Ananías cayó muerto.
Del
mismo modo, cuando Pedro le habló a Safira, la esposa de Ananías: «¿Por qué se
pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? ¡Mira! Los que
sepultaron a tu esposo acaban de regresar y ahora te llevarán a ti» (Hch 5: 9),
ella también cayó muerta inmediatamente.
El Libro De Hebreos Advierte A Los Que Están En Peligro De Dejar La Fe:
«¿Cuánto Mayor Castigo Piensan Ustedes Que Merece El Que Ha Pisoteado Al Hijo
De Dios, Que Ha Profanado La Sangre Del Pacto Por La Cual Había Sido
Santificado, Y Que Ha Insultado Al Espíritu De La Gracia? (He 10: 29). Para Esa
Persona «Sólo Queda Una Terrible Expectativa De Juicio, El Fuego Ardiente Que
Ha De Devorar A Los Enemigos De Dios» (He 10: 27).
NOTA: Este pasaje lo podríamos poner también en la
siguiente categoría, que estudiamos en el siguiente párrafo.
POR ÚLTIMO, QUEDA AÚN
OTRO NIVEL EN EL QUE SE PUEDE OFENDER AL ESPÍRITU SANTO.
Esta
clase de ofensa es aun más seria que la de entristecerlo o endurecerse en la
desobediencia y es causa de disciplina y castigo. Es posible ofender de tal
forma al Espíritu que su obra de convicción ya no dé resultado en la vida de la
persona.
Todo Pecado Y Toda Blasfemia, Pero La Blasfemia Contra El Espíritu No Se
Le Perdonará A Nadie. A Cualquiera Que Pronuncie Alguna Palabra Contra El Hijo
Del Hombre Se Le Perdonará, Pero El Que Hable Contra El Espíritu Santo No
Tendrá Perdón Ni En Este Mundo Ni En El Venidero. (Mt 12: 31-32; Mr 3: 29; Lc
12: 10).
Estas
declaraciones surgen en un contexto en el que los fariseos voluntaria y
maliciosamente atribuyen a Satanás la acción poderosa del Espíritu Santo que
era tan evidente en el ministerio de Jesús. Puesto que el Espíritu Santo
manifiesta tan claramente la presencia de Dios, aquellos que voluntaria y
maliciosamente hablaban en contra de él y atribuían su actividad al poder de
Satanás habían cometido, dijo Jesús, «un pecado eterno» (Mr 3: 29).
Todos
estos pasajes indican que debemos ser muy cuidadosos en no entristecer u
ofender al Espíritu Santo. Él no va a forzar su presencia en nosotros en contra
de nuestra voluntad (vea 1ª Co 14: 32), pero si le resistimos, le apagamos o
nos oponemos a él, se apartará de nosotros y retirará mucha de la bendición de
Dios en nuestra vida.
Por
otro lado, el Espíritu estará presente en la vida de los cristianos que se
esfuerzan por agradarle y traerá grandes bendiciones. El Espíritu Santo se
derramó plenamente en Pentecostés (vea Hch 2: 17-18) y ahora mora dentro de
todos los verdaderos creyentes, haciendo que sean templos del Dios vivo (1ª Co
3: 16; 6: 19-20). Podemos experimentar una comunión y compañerismo íntimo con
el Espíritu Santo en nuestra vida (2ª Co 3: 14; Fil 2:1). Él nos confía dones
(1ª Co 12: 11), la verdad (2ª Ti 1: 14) y ministerios (Hch 20: 28).
En
realidad, tan plena y abundante será su presencia que Jesús podía prometer que
rebasarla de nuestro ser interior como «ríos de agua viva» (Jn 7: 38-39). Pedro
promete que su presencia descansará especialmente sobre los que sufren por amor
de Cristo: «Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo,
porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes» (1ª P 4: 14).
Por
tanto, es importante que todo nuestro ministerio se ejerza en el Espíritu Santo,
es decir, que vivamos conscientemente en la atmósfera piadosa creada por el
Espíritu Santo, una atmósfera de poder, amor, gozo, verdad, santidad, justicia
y paz. Pero mayor que estas características de la atmósfera creada por el
Espíritu Santo es el sentido de la presencia del Espíritu mismo.
Estar
en el Espíritu Santo es estar realmente en la atmósfera de la presencia
manifiesta de Dios Esto es por lo que las personas en el Nuevo Testamento
caminaban en la fortaleza del Espíritu Santo (Hch 9: 31), y por qué es posible
estar «en el Espíritu» como Juan lo estaba en el día del Señor (Ap 1: 10; 4:
2).
Es
sorprendente cuántas actividades en particular se dice en el Nuevo Testamento
que eran hechas «en» el Espíritu: (Lu 10: 21), resolver o decir algo en el
Espíritu Santo (he 19: 21) que nuestra conciencia nos conforme algo en el
Espíritu (Ro 9: 1) tener acceso a Dios en el Espíritu Santo (Ef. 2. 18), orar
en el Espíritu Santo (Ef. 6: 18; Jud 20), y amar en el Espíritu Santo (Col 1:
8). A la luz de estos versículos, podríamos preguntarnos, ¿en cuántas de estas
actividades durante cada dia estamos conscientes de la presencia y bendiciones
del Espíritu santo?
Es
también posible estar lleno del Espíritu santo (Ef. 5: 18; Lc 1: 15, 41, 67; 4:
1; Hech 2: 4; 4: 8; 6: 3-5; 7: 55; 11: 24; 13: 9). Estar lleno con el Espíritu
santo es estar lleno de la presencia inmediata de Dios mismo, y eso, por tanto,
resultara en sentir lo que Dios siente y desea, hacer lo que Dios quiere, halar
con poder Dios, orar ministrar en el poder de Dios, y conocer el conocimiento
que Dios mimo da.
En las
ocasiones cuando la iglesia experimenta avivamiento en el Espíritu Santo
produce estos resultados en la vida de las personas en formas especialmente
poderosas.
Por
tanto, es importante en nuestra vida cristiana que dependamos del poder del
Espíritu Santo, reconociendo que todo trabajo significativo es llevado a cabo
no (por fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu dice el Señor Todo
Poderoso) (Zac 4: 6). Pablo hace gran hincapié en decirles a los Gálatas que
recibieron el Espíritu Santo por la fe al comienzo de su vida cristiana (Gá 3:
2) y este continuaría obrando en sus vidas conforme a su fe después de su
conversión: (después de haber comenzado con el Espíritu, pretenden ahora
perfeccionarse co esfuerzos humanos. Al darles Dios su Espíritu y hacer
milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe
con que han aceptado el mensaje) (Gá 3: 3-5)
Por
consiguiente, tenemos que andar conforme a la dirección del Espíritu Santo (Rom
8: 12-16; Gá 5: 16-26) y fijar la mente en las cosas que son del Espíritu (Rom
8: 4-6). Todo lo que hagamos en nuestro ministerio, cualquiera que sea, debemos
hacerlo en el poder del Espíritu Santo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. En el
pasado ¿ha sido difícil para usted pensar del Espíritu Santo como una persona
más bien que como una presencia o fuerza? ¿Qué partes (si alguna) en ete
capitulo le han ayudado a pensar mejor del Espíritu Santo como una persona?
¿Cree usted que tiene conciencia de sus relaciones con el Espíritu Santo como
una persona que es distinta a Dios el Padre y de Dios el Hijo? ¿Qué podría
ayudarle a usted a estar más consciente de las distinciones de los miembros de
la trinidad en sus relaciones con usted?
2. ¿Percibe
usted alguna diferencia en la manera en que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo se relaciona con usted en su vida cristiana? Si es así, ¿puede usted
explicar cuál es la diferencia y como está consciente de ella?
3. ¿Ha estado
usted alguna vez especialmente consciente de la habilitación del Espíritu Santo
en alguna circunstancia especifica de su ministerio? (Esto pudo haber sido
mientras evangelizaba, aconsejaba, enseñaba o predicaba, oraba, adoraba o en
alguna otra circunstancia en su ministerio) ¿Cómo Es
posible regocijarse en el Espíritu Santo percibió la presencia del Espíritu
Santo en ese tiempo, o qué es lo que lo hizo consciente de su presencia?
4. En su experiencia, ¿en qué formas llega a usted la dirección del
Espíritu Santo? ¿Es principalmente (o exclusivamente) por medio de las
Escrituras? Si es así, ¿hay veces cuando ciertos pasajes de las Escrituras
parecen que cobran vida y le hablan con gran relevancia y vitalidad en ese
momento? ¿Cómo sabe usted cuando eso está sucediendo? Si la dirección del
Espíritu Santo ha venido a usted en otras formas además de hablarle por medio
de las palabras de las Escrituras, ¿cuáles han sido esas otras formas?
5. ¿Percibe de vez en cuando la complacencia o desagrado del Espíritu
Santo sobre algún curso de acción que usted haya tomado? ¿Hay algo en su vida
ahora mismo que está entristeciendo al Espíritu Santo? ¿Qué se propone hacer
acerca de ello?
6. ¿Le dejó el Espíritu inmediatamente a Sansón cuando este empezó a pecar
(vea Jue 13: 25; 14: 6, 19; 15: 14)? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Es la presencia
de poder espiritual en el ministerio de alguien una garantía de que el Espíritu
Santo está complacido con la vida de esa persona?
TÉRMINOS ESPECIALES
Blasfemia
contra el Espíritu Santo, Espíritu Santo, en el Espíritu Santo, llenos con el
Espíritu Santo, manifestación de la presencia activa de, Dios
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Romanos 8:12-14: Por Tanto, Hermanos, Tenemos Una Obligación, Pero No Es
La De Vivir Conforme A La Naturaleza Pecaminosa. Porque Si Ustedes Viven
Conforme A Ella, Morirán; Pero Si Por Medio Del Espíritu Dan Muerte A Los Malos
Hábitos Del Cuerpo, Vivirán. Porque Todos Los Que Son Guiados Por El Espíritu
De Dios Son Hijos De Dios.